Literatura

miércoles, 30 de mayo de 2012

John Wayne Gacy El Payaso Asesino



fue un asesino en serie estadounidense que violó y mató a 33 hombres jóvenes entre 1972 y 1978. Veintiséis de sus víctimas fueron enterradas en el semisótano de su propia casa, otras tres en otros lugares de la casa, y otras cuatro fueron lanzadas a un río cercano.



No cabría otra forma de calificar a un ciudadano tan ejemplar como John. Era un eficaz hombre de negocios, dedicado plenamente a hacer crecer su empresa de albañilería y decoración, a cuidar de su casa, a amar a su segunda esposa y a cultivar las relaciones sociales. El tiempo libre siempre lo dedicaba a los demás: organizaba las fiestas vecinales más famosas del barrio, se vestía de payaso y amenizaba las tardes de los niños ingresados en el hospital local. Incluso fue tentado por la política y se presentó como candidato a concejal. Y lo habría llegado a ser si no se hubiera cruzado en su camino el joven Jeffrey Rignall y su tenaz lucha por la supervivencia.



El 22 de mayo de 1978, Rignall decidió salir a tomar unas copas en alguno de los bares del New Town de Chicago despreocupado, acostumbrado a viajar haciendo auto stop y, sobre todo, harto de pasar frío, aceptó la invitación sin sospechar que aquel hombre, en un descuido, le iba a atacar desde el asiento del conductor y a taparle la nariz violentamente con un pañuelo impregnado de cloroformo.

Lo siguiente que Rignall pudo recordar fue la imagen de su nuevo colega desnudo frente a él, exhibiendo una colección de objetos de tortura sexual y describiendo con exactitud cómo funcionaban y cuánto daño podría llegar a producir. Rignall pasó toda la noche aprendiendo sobre sus propias carnes mancilladas una y otra vez la dolorosa teoría que su secuestrador iba explicando. A la mañana siguiente, el joven torturado despertaba bajo una estatua del Lincoln Park de Chicago, completamente vestido, lleno de heridas, con el hígado destrozado para siempre por el cloroformo, traumatizado… pero vivo. Tenía el triste honor de ser una de las pocas víctimas que escaparon a la muerte después de haber pernoctado en el salón de torturas de John Wayne Gacy. En sólo seis años, 33 jóvenes como él vivieron la misma experiencia, pero no pudieron contarlo. A veces, el camino hacia el mal es inescrutable, se esconde y aflora, parece evidente y vuelve a difuminarse. Toda la vida de Gacy resultó una constante sucesión de idas y venidas. Fue torpe en los estudios, se matriculó en cinco universidades y tuvo que abandonarlas todas; sin embargo, terminó su último

De día actuaba como el "Payaso Pogo" para niños enfermos hospitalizados. intento de estudiar Ciencias Empresariales y se licenció con brillantez. Hasta llegó a ser un hábil hombre de negocios. Se enroló en cuantas asociaciones caritativas, cristianas y civiles pudo, pero mantuvo una oscura relación con su primera esposa, llena de altibajos y cambios de temperamento. Tuvo dos hijos a los que amó y respetó, sin que eso nublara un ápice su eficacia para atraer y matar a otros adolescentes. Resulta, incluso, paradójico que un hombre obeso y aquejado de graves problemas en la espalda fuera capaz de atacar, maltratar, matar y enterrar a jóvenes llenos de vigor. Pero lo hizo una y otra vez, hasta en 33 ocasiones.



Se hizo partícipe activo del Partido Demócrata, como voluntario para limpiar las oficinas del partido. Eventualmente se convirtió en vocal de mesa. En este puesto fue capaz de conocer, e incluso ser fotografiado con la entonces futura Primera Dama, Rosalynn Carter. De hecho, Carter autografió la fotografía: "Para John Gacy. Los mejores deseos." Durante la búsqueda en la casa de Gacy, después de ser arrestado, esta foto causó una vergüenza mayor al Servicio Secreto de los Estados Unidos, ya que en ella aparecía John con una chapa en su solapa que mostraba una letra "S", lo que significa que el Servicio Secreto le había otorgado la autorización para acceder a información clasificada.



John Wayne Gacy junto a la Primera Dama Rosalynn Carter


John fue acusado formalmente por un juez de violentar sexualmente a un niño de la ciudad de Waterloo. La propia víctima del supuesto ataque sexual había sido apaleada. El agresor, un joven de 18 años con dudosa reputación, declaró que fue Gacy quien le pagó para escarmentar al niño que le acusaba. El caso estaba claro: Gacy fue sentenciado a 10 años de prisión en la penitenciaría de Iowa. La historia de un asaltador de menores parecía tocar felizmente a su fin…, cuando en realidad, no había hecho más que empezar. Incomprensiblemente, Gacy salió de la cárcel un año y medio después, aireando un indulto concedido en atención a su buen comportamiento y las "evidentes muestras de reforma dadas por el reo". El juez no tuvo duda de que aquel preso de 27 años se había transformado en otro hombre: lo que no supo hasta tres años después es que el nuevo John Wayne Gacy era aún peor. Gacy no sólo se las arregló para engañar al juez, también engañó a los vecinos de Sumerdale Avenue que lo acogieron en su segunda vida; a Lillie Grexa, una mujer divorciada y madre de dos hijos que se enamoró de él y aceptó su propuesta de matrimonio; a los clientes de una brillante empresa de reformas de albañilería que él mismo montó y, lo que es peor, a decenas de jóvenes varones que acudían a casa de Gacy bajo la promesa de un trabajo bien remunerado como albañiles.

La vida social del hombre que los fines de semana se vestía de payaso para entretener a los niños enfermos en varios hospitales subía como la espuma. Dos de sus fiestas más sonadas, una al estilo "vaquero" y otra hawaiana, llegaron a congregar en su casa a más de trescientas personas. Todas regresaron a sus domicilios comentando dos cosas: lo agradable que era aquel ciudadano regordete, bonachón y trabajador y lo mal que olía su jardín. Porque era la comidilla del barrio que un terrible hedor fluía por las calles cercanas a la casa de Gacy y su segunda esposa. Ésta estaba convencida de que bajo las cañerías de su casa había algún nido de ratas muertas. Él aseguraba que el olor se filtraba desde un vertedero cercano y siempre estaba posponiendo una supuesta visita al ayuntamiento para tratar de arreglar el problema. Ningún vecino supo reconocer el tufo de los restos humanos, por eso, ninguno llegó a sospechar el acontecimiento que estaba a punto de sacudir la armoniosa vida de Sumerdale Avenue.

la policía logró una orden de registro de su domicilio en la que se incautó el más completo arsenal de instrumentos de tortura jamás visto en la región. Pocos días hicieron falta para lograr que Gacy confesara y entregara a la policía un detallado plano del jardín de su casa, en el que había marcado los lugares donde yacían 28 los 33 cadáveres. En su declaración final, la vida del payaso asesino pareció sacada de una película de terror. Durante el juicio, Gacy aseguró que existían “cuatro John: el contratista, el payaso, el vecino y el asesino y constantemente respondía con las palabras de uno y de otro”. También declaró haber asesinado por primera vez en enero de 1972, cuando al clavar el cuchillo en el cuerpo de un joven y ver como la sangre brotaba del cuerpo, sintió una sensación de excitación, y esto comenzó a gustarle. También confesó que otras cinco víctimas habían sido arrojadas al río Des Plaines. El individuo más joven tenía solo 9 años y el mayor tenía cerca de 20. Ocho de las víctimas estaban tan descompuestas que nunca fueron identificadas.

Los abogados de Gacy contrataron a un psiquiatra forense para que examinara el cerebro de Gacy después de morir. Los resultados revelaron que no había anormalidades. El especialista afirmó que John no encajaba en ningún perfil psicológico propio de los asesinos en serie y que probablemente la razón de su actuación no se sabrá jamás. Durante el juicio, la Dra. Morrison apareció como testigo psiquiátrico y declaró que Gacy tenía "el maquillaje emocional de un infante".

Durante los 14 años que pasó en prisión, Gacy solía pintar con óleo. Su tema favorito eran los payasos. Dijo que usaba su personaje de payaso como álter ego. Sus pinturas incluyen imágenes de Blancanieves y del asesino en serie 
Jeffrey Dahmer.

La vida y crímenes de John Wayne Gacy sirvieron de inspiración para la obra literaria It de Stephen King.


De acuerdo a los reportes, Gacy no expresó remordimiento. En una de sus últimas charlas con su abogado, le dijo que su muerte no haría regresar a ninguna de las víctimas. Sus últimas palabras antes de morir fueron: "Besadme el culo", dirigidas a un guardia mientras era enviado a la cámara de ejecución. 





sábado, 26 de mayo de 2012

Graham Young "El Envenenador de St. Albans"




Graham Young "El Envenenador de St. Albans" (editando) Siempre fue un chico solitario, y aunque se llevaba bien con su madrastra y su hermana, no mantenía buenas relaciones con su padre. La familia empezó a preocuparse cuando a los nueve años comenzó a demostrar un vivo interés por la química. se gastaba todo su dinero en venenos y en ratas para experimentar con ellas, y le dijo al farmacéutico, Geoffrey Reis, que tenía diecisiete años, la edad mínima legal para poder adquirirlos. En abril de 1961 compró veinticinco gramos de antimonio, cantidad suficiente para matar a varias personas. “Me pareció un experto en el tema, y por eso creí que tenía más años”, declaró el farmacéutico a la policía. Más tarde, Graham acudió a un laboratorio a comprar los venenos, y firmaba en el registro con un nombre falso: “M. E. Evans”.

Comenzó a llevar un frasco de antimonio al colegio. “Así se sentía más seguro”, comentó a la policía Clive Creager, un compañero de clase. “Era peligroso. Era malo y yo le tenía miedo”. El secreto deseo de poder que sentía le llevó a leer libros de magia negra y a experimentar con la pólvora que recogía de los fuegos artificiales. Un día, su madrastra encontró en una chaqueta un muñeco de cera con alfileres clavados, símbolo del deseo de que algo malo le ocurriera a la persona representada en la figura. Su familia y sus compañeros recordarían años después sus siniestros dibujos. “Me dibujaba colgado de la horca sobre un barril de ácido”, contó Creager, “y él aparecía quemando la cuerda”. Le gustaba dibujar a gente colgando de la horca y con una jeringuilla en el brazo en la que se leía “veneno”.

A principios de 1961 ya era un experto en venenos: conocía todos los síntomas y los efectos que éstos provocaban. Llevaba botellas de ponzoña al colegio y sacaba de la biblioteca libros sobre crímenes que leía y releía en su casa con avidez. “Graham estaba totalmente obsesionado”, dijo Creager. “En el colegio no llevaba una vida normal; no se interesaba por nada”. Graham idealizaba a los asesinos. Apoyaba la persecución Nazi de los judíos y reproducía los discursos del Führer ante su hermana y sus compañeros de clase.


Esvástica fabricada
por Graham Young 


La enfermedad de Chris Williams, un chico de trece años, sorprendió a todos. Se quejaba de calambres en el pecho y en las piernas, y de fuertes dolores de cabeza. El dolor se hacía insoportable, luego disminuía y volvía a aparecer al cabo de pocos días. El médico de la familia, Lancelot Wills, examinó a Chris varias veces durante 1961, pero no encontró nada que pudiera explicar ese dolor. Finalmente, el doctor Wills mandó al adolescente al hospital Willesden, en el norte de Londres, donde un joven médico le diagnosticó migraña, es decir, fuertes dolores de cabeza que pueden provocar náuseas. Pero Chris continuaba con vómitos y calambres, y su madre llegó a pensar que tal vez su hijo estuviera fingiendo. Lo que le preocupaba a la señora Williams era que no hubiera ningún diagnóstico que pudiera explicar los ataques que sufría su hijo

Estos duraron un año y le daban a veces entre semana y otras veces los fines de semana. Incluso tuvo un ataque agudo después de haber ido, un sábado de primavera, al zoo de Londres con un amigo del colegio. Lo que la madre no sabía era que esos mismos síntomas habían aparecido en casa del mejor amigo de Chris: Graham Young, a quien ella consideraba sólo un chico de trece años, torpe y reservado, con una manera de hablar extraña y demasiado formal para su edad. En una ocasión retó a Chris Williams después de que éste se hiciera amigo de otro chico. Perdió la pelea y amenazó con matarle. Cuando su padre o su madrastra le quitaban los venenos y las ratas muertas, dibujaba lápidas en las que escribía “mamá” y “papá”. Para él, lo que ellos hacían era una traición. En un momento dado, su desarrollo sexual se vio frustrado. No es una coincidencia que la afición por los venenos empezara en la pubertad, justo en un momento en el que no sabía cómo enfrentarse a esta nueva experiencia.

Una mañana de noviembre de 1961, Molly hizo té. Winifred lo probó y le supo, agrio, pero se lo bebió y se fue a trabajar. Al poco rato se desmayó en la calle y la gente que se hallaba en la estación de metro de Tottenham Court Road la ayudó a incorporarse. Un compañero suyo de trabajo la llevó al hospital Middlesex, en Goodge Street. Después de someterla a varias pruebas, un médico descubrió, con gran asombro, que la paciente había ingerido belladona, un veneno mortífero que se extrae de la planta del mismo nombre. Winifred ya había oído bastante. “No me sorprendería nada que fuera cosa de mi hermano y sus experimentos”, le dijo a su padre. Fred registró toda la casa mientras Graham lloraba en su cuarto. Sin embargo, no encontró rastro de ningún veneno, y la jovencita, avergonzada de acusar a su hermano sin tener pruebas, se disculpó.


En las siguientes semanas Molly empeoró. Parecía haber envejecido, y un fuerte dolor de espalda la hacía estar encorvada. A principios de año empezó a perder peso y un amigo suyo dijo que “parecía que se estaba consumiendo poco a poco”. El 21 de abril de 1962, sábado de Pascua, se levantó aún peor. Además de los dolores habituales, tenía el cuello rígido y erupciones en las manos y en los pies. Su marido regresó a casa a la hora de comer y encontró a Graham en la cocina, mirando atentamente por la ventana. Fred siguió su mirada y en el jardín vio a su mujer que en ese mismo momento sufría una convulsión y se retorcía de dolor.

En el hospital Willesden los doctores no tuvieron el tiempo suficiente para encontrar la causa de la enfermedad y Molly Young murió aquella misma tarde. La familia se hundió en un profundo pesar, pero aun así, Graham insistió en que no había que enterrar a la muerta sino incinerarla y siguió hablando, con su formalidad acostumbrada, sobre las últimas técnicas existentes. Por fin su padre, profundamente apenado, cedió y la ceremonia tuvo lugar en el cementerio de Green Golles el jueves siguiente, 26 de abril. En la recepción que se celebró en casa de los Young, uno de los tíos del chico comenzó a vomitar después de comer un sándwich.

Cuadro




































Al poco tiempo, Fred Young les dijo a sus hijos que había terminado de pagar la hipoteca de la casa y que ésta pasaría a ser suya cuando él muriera. Días después volvió a tener dolores de cabeza y de estómago. Una vez más, los médicos del hospital Willesden no encontraron ninguna causa orgánica que pudiera explicar su enfermedad y decidieron dejarle en observación. Graham iba a ver a su padre todos los días; le observaba fríamente y luego describía los síntomas que tendría al día siguiente. Sus predicciones siempre eran correctas y el padre comenzó a evitar sus visitas. “No vuelvas a traer a Graham”, le dijo a Winnie.

Fred volvió a casa, pero en seguida tuvo que ser internado otra vez. Por fin, los especialistas dieron con la causa del problema y se quedaron perplejos al descubrirla: el paciente sufría envenenamiento con antimonio o con otra sustancia metálica poco común. Una dosis más le hubiera matado. Pero Graham Young aparentaba ser un buen chico. Iba impecablemente vestido, no le gustaban los chistes verdes y hablaba como un adulto más que como un joven adolescente. Después de envenenar a su madrastra, Molly, se mostró muy afectuoso con ella durante toda la enfermedad. Pero en el fondo era un asesino calculador que podía observar impasible cómo su víctima se retorcía de dolor. Sin embargo, no era el dolor lo que le fascinaba, sino los síntomas que el veneno producía. Para él estos dolores eran un código privado del poder que ejercía sobre las demás personas.

El detective inspector Edward Crabbe, del Departamento de Investigación Criminal de Harlesden, fue a visitar al día siguiente, 21 de mayo, la casa de Young, mientras éste estaba en el colegio. En su habitación encontró veneno suficiente para matar a trescientas personas. También tenía libros como Manual de venenos, Los sesenta juicios más famosos y El envenenador del muelle; todos ellos versaban sobre envenenadores célebres. Cuando el adolescente llegó a casa, el inspector Crabbe le pidió que se quitara la chaqueta. En los bolsillos encontró un frasco con antimonio y dos botellas. Young mintió y dijo que no sabía lo que contenían estas últimas. Era talio.


El 6 de julio de 1962, en el Tribunal Superior de Justicia, Young confesó haber envenenado a su padre, a su hermana y a Chris Williams, su amigo del colegio; no mencionó en ese momento a su madrastra. El juez Melford Stevenson ordenó que fuera internado durante quince años en Broadmoor, un hospital psiquiátrico para criminales; sólo podría salir en libertad con la autorización del Ministerio del Interior.


Graham detenido

En Broadmoor, Graham Young ocupaba una pequeña habitación en uno de los bloques del enorme edificio victoriano que albergaba a 750 internos del área de Berkshire. La ventana de la habitación tenía barrotes y la cama estaba clavada al suelo, en el que sólo había una alfombra. Young tenía por entonces catorce años. Se levantaba todas las mañanas a las 07:00 horas y las luces se apagaban a las 20:00 horas. Durante esas horas los internos confeccionaban alfombras, leían o jugaban al billar. Graham fue uno de los internos más jóvenes enviado a Broadmoor durante el siglo XX. Su fama se había extendido por toda la cárcel-hospital, y su familia iba a visitarle para que no se sintiera solo. Fred Young iba a verle, tratando de reprimir el odio y la repulsión que le inspiraba, pero después de unas cuantas visitas en las que padre e hijo permanecían en silencio, no volvió jamás. Su hijo no sólo había envenenado a su esposa Molly, sino que además le había causado a él una enfermedad crónica del hígado. Pero Winnifred y su tía Winnie lo visitaban regularmente.

Young cubrió la pared de su habitación con fotografías de los líderes de guerra nazis. Se dejó crecer un bigote como el de Hitler y recitaba los discursos de su héroe. En las latas de té y de azúcar dibujaba calaveras y en las etiquetas escribía nombres de venenos. Graham tenía acceso a la biblioteca y escogía libros de medicina, con los que amplió sus conocimientos sobre los venenos y la medicina general. 

De vez en cuando bajaba al campo de deportes, pero nunca jugaba a nada; aunque utilizaba el taller para fabricar esvásticas. Llevaba una colocada en una cadena al cuello y a veces la besaba con devoción, como si fuera una cruz, para desconcertar a la gente. Uno de los psiquiatras opinaba que “no sentía rencor hacia sus familiares o hacia el amigo que había envenenado, y que incluso pensaba que sí les quería. Parece que simplemente eran las personas que tenía más a mano para sus propósitos”. Su hermana, Winifred, confirmó esta teoría al escribir: “Para él, asesinar era como experimentar con ratas. Fue prisionero de su propia soledad. La pérdida de su madre poco después de su nacimiento, la relación distante con su padre y la separación de su tía después de que ésta le hubiera criado, lo dejaron sin ningún punto de apoyo en la vida, y buscaba una firme lealtad en los demás”

Broadmoor, hospital psiquiátrico para criminales


El juicio en su contra comenzó el 19 de junio de 1972 en St. Albans y duró 10 días, Young se declaró inocente y explicó que su diario íntimo era una total fantasía que él había creado pensando en crear una novela en futuro. Sin embargo, ante tanta evidencia contra él, Young fue encontrado culpable y sentenciado a cadena perpetua. Tiempo después, se le adjudicó el apodo de El Envenenador de la taza de Té Mientras estaba en prisión, Young entabló amistad con el otro famoso asesino en serie Ian Brady donde compartieron su fascinación por la Alemania Nazi. En el libro publicado por Brady en 2001 The Gates of Janus Brady escribiría "Es difícil no tener empatía por Graham Young". También, Graham es mencionado en otro libro, en la autobiografía Pretty Boy de Roy Shaw (otro asesino), quien hablaría de la amistad que entabló con Young.
En 1990, Young murió en su celda de la prisión de Parkhurst cuando tenía 42 años. Oficialmente, se determinó que Young había muerto por un infarto agudo de miocardio aunque algunos conjeturan que otros presos fueron los responsables de su muerte.

viernes, 25 de mayo de 2012

Nicolas Claux: el hombre lobo de París





Nicolas Claux construyó su reino de necrofilia y depravación en los cementerios góticos parisinos profanando tumbas, era un necrófilo irredento, quien, para satisfacer su ímpetu, trabajó durante diez meses como asistente en un depósito de cadáveres. En ese lugar violó decenas de cadáveres ademas practicó el canibalismo, la hematofagia y fue mas alla.

Nació el 22 de marzo de 1972 en Camerún, África. Su padre era un ciudadano francés que prestaba sus servicios en un banco y que continuamente era enviado por largos periodos, con su familia, a países extranjeros. “Mi infancia fue básicamente normal, excepto porque tuve pocos amigos. Fui un niño solitario, no tuve hermanos ni hermanas con quienes jugar, por lo que pasaba muchas horas en mi habitación. Mis padres eran muy cariñosos y me dieron todo lo que les pedí, aunque nunca sentí una verdadera unión con ellos. Nunca me cargaron o me besaron y me dejaban solo la mayoría del tiempo. Fue en esa época cuando desarrollé un interés por la muerte y lo oculto. Dedicaba varias horas a leer libros de vampiros y hombres lobo”.

“La foto de una estatua del demonio sumerio Pazuzu me atraía especialmente. Para mí, simbolizaba algo extremadamente antiguo y poderoso. Pocos años después vi esa misma escultura en la película El exorcista y mi interés por lo oculto se incrementó” Cuando Claux tenía diez años su abuelo falleció a causa de una embolia cerebral. Este suceso aumentó la obsesión de Nicolas por la muerte física. Desde entonces creció su fascinación por los ritos mortuorios y por la atmósfera de las morgues. A los 16 años se mudó junto con su familia a París, ciudad que le ofreció un paisaje maravilloso en lo que a cementerios corresponde.

“No transcurrió mucho tiempo antes de que conociera cada uno de los cementerios de París como la palma de mi mano. Entre 1990 y 1993 pasé la mayor parte de mi tiempo libre en los panteones. Los más impresionantes son los de Pere-Lachaise, Montmartre y Passy. Lo que más me agradaba de ellos eran sus mausoleos” Con las herramientas necesarias, Claux violó la paz de los mausoleos parisinos. Según ha declarado, dentro de ellos se sentía “como un emperador reinando en el infierno”.

CEMENTERIO PERE LACHAISE. PARIS. FRANCIA

MONTMARTRE




PASSY

Tras servir varios años como asistente de un depósito de cadáveres, que entre otras cosas servía para abastecer su despensa personal, el 4 de octubre de 1994 Claux finalmente cruzó la delgada línea que separa a los hombres de los demonios. Pasó casi todo el día buscando una víctima, cualquier víctima, sin importar sexo, raza o religión. Estaba buscando a la muerte, nada más, nada menos. Cuando oscurecía decidió probar suerte en Minitel (una de las primeras versiones de Internet.) Respondió el mensaje un hombre llamado Thierry Bissannier. Decidieron reunirse en el departamento de Thierry; éste deseaba una noche de relaciones sexuales, pero Claux tenía otros planes.


“Llevé la pistola conmigo –explica Claux–; al llegar a la dirección acordada toqué en la puerta. Abrió la puerta, entré y, mientras el tipo cerraba, tomé el arma. Cuando volteó tenía el cañón de la pistola apuntándole en un ojo. Después de unos instantes de duda jalé el gatillo. Lo observé durante unos minutos y después fui a la cocina, donde encontré unas galletas. Regresé a la sala y me senté a comer mientras veía al hombre al que acababa de disparar. Vi que aún se movía, le volví a disparar, esta vez en la nuca. Cuando terminé, borré mis huellas dactilares y salí de la escena, llevándome un talonario de cheques, una tarjeta de crédito y sus identificaciones personales”

El cuerpo de Bissonnier permaneció en el piso de su departamento por tres días antes de que sus padres lo descubrieran. Uno de los primeros investigadores en arribar a la escena del crimen fue Gilbert Thiel. La víctima era uno más de los homosexuales asesinados cada año en París y tan sólo en aquel mes de octubre habían muerto otros siete en circunstancias similares. De acuerdo con la agencia France-Presse, los asesinatos de homosexuales representan un tercio del total de homicidios en París. Las víctimas generalmente comparten perfil y hábitos similares, incluyendo un punto de vista liberal en lo que corresponde a la sexualidad, a los que incorporan los riesgos como parte del placer. A principios de los años 90, la mayoría de los encuentros homosexuales comenzaba con un mensaje en Minitel.

La utilización de la tarjeta de crédito de Bissonnier proporcionó las primeras pistas para la aprehensión ulterior de Claux. El 15 de noviembre de 1994, elementos de la brigada criminal parisina arrestaron, afuera del cabaret mundialmente famoso Moulin Rouge, a Nicolas Claux, de 22 años, sospechoso de estar involucrado al menos en uno de los asesinatos de homosexuales ocurridos en París. En los dos años siguientes, una corte ordenó la creación de un equipo de psiquiatras y psicólogos para examinar al presunto asesino. Docenas de estudios revelaron un desorden de personalidad psicótica. Nico dio una sacudida eléctrica a los investigadores cuando él describió cómo gozó el comer de tiras de músculos del cadáver que metía en la losa del mortuorio del hospital St José donde el trabajaba. Él también describió por completo los detalles cómo rondó los cementerios góticos parisienses, abria los ataudes y apuñalaba el cadáver con un destornillador para luego beber la sangre humana mezclada con las cenizas y la proteína humanas del polvo. 



Trabajò como ayudante mortuorio por 10 meses en una funerarìa, cuando estaba por coser los cuerpos después de una autopsia, él cortaba tiras de carne de la costilla y se las comìa. A veces llevaba pedazos de carne a su casa para luego cocinarlas. La sangre que robaba la almacenaba en su refrigerador, en su departamento se encontrò fragmentos de huesos y dientes humanos, vértebras y huesos de pierna habian sido atados y colgados en la pared, los tarros con cenizas humanos estaban sobre su tv, su casa era una capilla dedicada a la muerte. Debido a la carencia de pruebas y evidencias no pudieron conectarlo con las otras escenas de crimen, Nico fue acusado solamente por asesinato premeditado y seis cargos de robos graves.

DECLARACIONES

“No transcurrió mucho tiempo antes de que conociera cada uno de los cementerios de París como la palma de mi mano. Entre 1990 y 1993 pasé la mayor parte de mi tiempo libre en los panteones. Los más impresionantes son los de Pere-Lachaise, Montmartre y Passy. Lo que más me agradaba de ellos eran sus mausoleos”

“…les informé que había profanado varias tumbas góticas y mutilado los restos momificados. Cuando preguntaron por qué conservaba bolsas de sangre en mi refrigerador, simplemente respondí que la bebía de manera regular. Por haber trabajado durante diez meses como asistente en el depósito de cadáveres utilicé mi posición para materializar mi fantasía de toda la vida y para comenzar a practicar actos de canibalismo. Después de las autopsias, cuando me quedaba solo con los cadáveres, cortaba tiras de carne, las llevaba a casa, las cocinaba y me las comía”.

JUICIO

El juicio contra Nicolas Claux comenzó el 9 de mayo de 1997. Fue hallado culpable de un asesinato premeditado, robo armado y profanación de tumbas. Lo sentenciaron a 12 años de prisión, aunque fue liberado el 22 de marzo de 2002 y actualmente divide su tiempo entre la pintura, la elaboración de tatuajes e Internet, donde despliega su arte.
“Hay un paralelo entre el arte y la muerte. Ambos son cuestión de estética y ambos proporcionan sentimientos divinos. El arte es creación y el asesinato aniquilación. La creación y la destrucción provienen de las mismas manos”, concluye este singular artista del crimen.

En prision
Su huella y firma


Nicolas Claux salió de prisión para dedicarse en cuerpo y alma a la elaboración de tatuajes y a la pintura, dos actividades que encontraron una resonancia económica en una página web que comercializa literalmente con la muerte.


VEAN SUS OBRAS MACABRAS EN www.vasilykonstantin.com





















miércoles, 23 de mayo de 2012

Un Poema en la medianoche. Thomas Lovell Beddoes


El triunfo de la muerte por Pieter Bruegel


















Thomas Lovell Beddoes (1803-1849) fue uno de los poetas más oscuros de la literatura gótica, y posiblemente, uno de sus exponentes más barrocos. Su obsesión por la muerte ha dejado algunas interesantes reflexiones en forma de verso, que si bien no son del todo originales, se destacan por lo particular de su estilo.

De todos sus poemas fúnebres, hemos seleccionado este, que nos parece el más bello y complejo de todos. Aquí, el narrador es asaltado por una serie de elucubraciones cuando su reloj da las doce de la noche; hecho del que se nos informa, curiosamente, sólo en el título del poema. La voracidad del Tiempo, con su infinita secuencia de momentos que surgen y mueren, sin permitir que nos aferremos a la felicidad (ni al infortunio), serán las musas que hostiguen a este oscuro y taciturno poeta.

Un Reloj dando la Medianoche.
A clock striking midnight, Thomas Lovell Beddoes

Escuchando el eco de los pasos del Tiempo,
Estos momentos se han hundido en el lento
Y desconocido sepulcro de los Años.
Tu nombre se ha desvanecido en el Olvido,
Hundido para siempre en las aguas del pasado,
Convertido en sagrada roca, adorado
por las custodias del valor, de la fuerza y del bien.
El futuro se pasea con jóvenes alas sobre el mar,
Naciendo detrás del vuelo, invisible para el siglo humano;
Con sus cien pasos indolentes,
Masticando el mundo desde el exterior,
Pasando suave sobre las almas mortales.
Así le canto al Tiempo, al coloso del universo,
Que con cada pie sumido en la Oscuridad
Se
desliza silenciosamente.

Nubes de muerte se abaten sobre nosotros,
Es en vano luchar contra la marea;
Todos debemos hundirnos desgarrando el aire.
Con frenético dolor nos enfrentaremos a la Fama.
Podemo
s pensar en la Eternidad,
De quien el Tiempo es esclavo,
Sometido y arrastrado por las sombrías
fronteras de la destrucción.
¿Serán estas palabras el eco de nuestro destino?
Tal vez nuestros temblorosos pensamientos
Jamás se perderán, escritos en las inmutables estrellas
Como orgullosas aves; como los reyes de antaño
En sus tronos de mármol,
Sonriendo con la luz del relámpago.
Buceando en aquel mar del espíritu,
De rebaños mortales; finalmente nos hundiremos.
Nuestro rostro será pintado de arcilla,
De nuevo en el vientre de la Madre Tierra,
Mientras nuestra alma, en peregrino vuelo,
Se estire hacia luces más brillantes.
Thomas Lovell Beddoes.



martes, 22 de mayo de 2012

JEFFREY DAHMER "El Carnicero de Milwaukee"

ADVERTENCIA IMÁGENES FUERTES



Asesino en serie estadounidense cuyo perfil psicológico es prototípico del hombre carente de todo aquello que hace tolerable llevar una existencia normal. Su actitud negativa le impidió tener amigos, relaciones, trabajos, intereses, ocupaciones, dinero, esperanzas o simplemente un lugar dónde vivir. Nunca llegó a socializarse y su cavernoso interior emocional se fue degradando mientras llenaba ese enorme vacío de fantasmas.

Nació el 21 de mayo de 1960 en el hogar de un matrimonio problemático compuesto por un conocido investigador químico y una neurótica emotiva y autocompasiva. Era un niño tímido y solitario que temía el abandono y daba la impresión de estar desamparado.

Pronto se interesó por la anatomía animal. En el sótano de su casa guardaba un montón de huesos de conejos, pollos y otros animales, sintiendo gran curiosidad por verlos dentro de los animales vivos que manipulaba. Su familia cambió de vivienda seis veces antes de establecerse en 1968 en Ohio. La mayor parte de su infancia la pasó escondido en un cobertizo de madera en una colina cazando insectos en frascos y conservándolos en formol. Luego pasó a las ardillas, mapaches y otras piezas más grandes, transportando los cuerpos hasta el bosque, donde los dejaba pudrirse. Luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear sus huesos. 


Su madre, tras una temporada en el hospital, tubo que guardar cama por el resto de sus días por haber ingerido enormes cantidades de tranquilizantes y otras drogas, hecho que ensimismaría a Dahmer en un aislamiento inquebrantable. Al año siguiente, su padre abandonó el hogar, y al poco tiempo, En junio de 1978, cuando tenía 18 años, encontró a Steven Hicks haciendo autoestop, y lo llevó a su casa. Dahmer tenía la fantasía de recoger autoestopistas y acostarse con ellos. Una vez en su casa, se dio cuenta de que Hicks le interesaba, y cuando éste quiso irse, Dahmer no pudo soportarlo y lo golpeó en la cabeza para luego estrangularlo con una pesa. Luego lo desmembró y lo puso en bolsas de plástico, y las metió en su coche con intención de tirarlas por un barranco. A medio camino la policía lo detuvo por conducir demasiado a la izquierda. Le preguntaron por las bolsas que llevaba en el asiento trasero y Dahmer contestó que era basura. Le creyeron, y como pasó el test de alcoholemia, le pusieron una multa por conducir fuera de su carril y le dejaron ir. Volvió a su casa con los restos del cadáver y los llevó al sótano exceptuando la cabeza con la cuál subió al baño del segundo piso donde la lavó y la apoyó en el suelo para masturbarse. Posteriormente la volvió a llevar con el resto del cuerpo y guardó las partes del cadáver en una tubería de la casa. Después de abandonar la universidad y volver del ejército desenterró los restos, destruyó los huesos y los esparció en la maleza.


en diciembre de 1978 su padre lo obliga a alistarse en el ejército, pero sus continuas borracheras no cesan. Al licenciarse va a vivir con su abuela, en donde muestra una posible reinserción, pues comienza a ir a la iglesia, a leer la Biblia e incluso reduce su dosis de alcohol y encuentra trabajo en una fábrica... Pero poco le duró esa vena. Al poco tiempo comenzó de nuevo a masturbarse insistentemente e incluso robó un maniquí de una tienda, que le hacía las veces de compañero sexual. También empezó a frecuentar las saunas de Milwaukee, en donde se daban cita algunos homosexuales para tener relaciones anónimas e impersonales, pero le resultaba difícil conseguir la erección mientras sus parejas estaban despiertas, por lo que optó por drogarlos con somníferos antes de mantener una relación sexual. Después de esto, ninguno de sus amantes cuando volvían en sí querían volver a saber más de él, por lo que creyó más oportuno buscar un cadáver para satisfacer sus instintos sexuales.


En septiembre de 1986 es arrestado por exhibicionismo indecente y desembocó a su primer análisis psicológico, siendo diagnosticada una personalidad peligrosa. Un año después mataba por segunda vez. Esta vez se trataba de un joven negro al que ofreció una bebida dopada. Dahmer se despertó al día siguiente encima de un cuerpo ensangrentado, pero afirma no recordar nada de lo que pasó aquella noche. Lo que sí revive es cómo tras levantarse mete el cadáver en el armario y sale a comprar una gran maleta para trasladar el cuerpo a casa de su abuela. Allí cuenta que lo guardó en el sótano y lo desmembró, envolviendo la cabeza en una manta y guardándola en una estantería para hervir más tarde el cráneo y blanquearlo.

Después de eso, Dahmer comienza a matar siempre que tenía ocasión. Seguía el mismo modus operandi: primero el flirteo ofreciendo dinero a cambio de sexo, luego les ofrecía bebida con somnífero y finalmente los estrangulaba. Después de matar a su víctima se quedaba abrazando el cadáver, pensando en cómo conservar las cabezas y formar una especie de altar en la habitación adornado con los huesos.

Casa de la abuela de Dahmer donde cometió su primer asesinato


Dahmer seguía la predecible pauta de los asesinos en serie. Empezó matando cautelosamente asustado por sus crímenes. Luego el ritmo aumenta y se convirtió en una máquina de matar más efectiva. Está más que demostrado que estos asesinos con el tiempo se vuelven arrogantes y despreocupados convencidos de que no pueden ser apresados por ningún ser mortal, creyendo tener máximo poder y autoridad sobre los demás.

Dahmer mostraba muchas características de asesino organizado: acechaba a sus víctimas, les engañaba para llevárselos a su apartamento con la promesa de dinero y favores y después de la muerte ocultaba las pruebas de los crímenes, pero también daba muestras de ser un criminal desorganizado: realizaba actos sexuales con sus víctimas después de la muerte, consumía su carne y sangre, las mutilaba y conservaba algunas partes como recuerdos. Esta mezcla de delincuente organizado y desorganizado es lo que se denomina un asesino ´mixto´.



El 30 de enero de 1989 fue declarado culpable de atentado contra el pudor en segundo grado, por seducir a un menor de 13 años con propósitos indecentes, y antes de comenzar a cumplir la condena de un año de cárcel, mató otro joven, guardó el cuerpo en el cuarto de baño y para su mayor satisfacción sexual lo mutiló y le pintó el cráneo con aerosol.

En marzo de 1990 se trasladó a vivir a un deteriorado piso, en dónde adquirió una larga mesa y dos grifos de plástico para extender los cuerpos de sus víctimas. Allí tomaba fotos de sus amantes con una cámara Polaroid una vez muertos. Luego, congelaba los órganos, comía parte de la carne y hervía el resto en una enorme olla antes de echarlos en un gran contenedor de basura preparado con ácido.

Normalmente, el caníbal rajaba los cuerpos desde el cuello hasta la ingle frotando las vísceras para procurarse un mayor placer sexual, pero llegó un momento en que este placer no era suficiente y con sus víctimas pensó en crear ´zombis´ o muertos en vida que pudiera conservar sin que se deteriorasen, agujereando los cráneos e inyectándoles un líquido.

A veces se bañaba en compañía de los cadáveres. En la nevera guardaba los corazones, en el congelador las cabezas, en el fichero los cráneos y en la cama un cuerpo descompuesto. Así lo contaron los policías que registraron su casa horrorizados una vez que lograron arrestarlo el 22 de julio de 1991, Tracy Edwards, su última víctima, consiguió escapar esposado. La policía lo vio y esta vez decidieron investigar. Fueron al apartamento del hombre que lo había esposado y al revisar la habitación descubren varias fotografías de cadáveres, restos humanos y una cabeza en el congelador. Dahmer intentó huir, pero fue detenido. Edwards además fue identificado al salir a explicar su caso en televisión como acusado de una violación a una chica poco tiempo antes.



En su casa se encontraron las paredes llenas de sangre, cuerpos mutilados, siete cráneos y demás huesos. Días después vecinos de Dahmer dispararon a las puertas de su casa ante el horror que causaron sus crímenes.



Según Park Dietz, psiquiatra forense que actuó como consultor en el estudio sobre asesinos en serie del FBI, Dahmer encaja perfectamente en la subcategoría que se denomina “marginal”: una persona propensa a la furia asesina si cree que está siendo abandonada, con una perversión capaz de realizar actos sexuales con la víctima una vez muerta. El desorden de esta personalidad marginal está marcada por el miedo al abandono y la incapacidad de tolerar el aislamiento o el aburrimiento. Una teoría habitual es que puede relacionarse con abusos en la infancia. La gente que teme el abandono puede sentirse ultrajada cuando alguien que desea que se quede va a marcharse. En este sentido, el asesino en serie normal llega a serlo por su carácter antisocial o por tener fallos de carácter y también a través de desviaciones sexuales, normalmente sádicas y necrofílicas.

Dahmer se mostró tan sincero y cooperador como muchos otros asesinos en serie, sin embargo ni él mismo podía entender cómo había sido capaz de cometer todas aquellas atrocidades. Todos los presentes pudieron darse cuenta de hasta qué punto sus compulsiones y fantasías se habían apoderado de su mente, empujándole a seguir asesinato tras asesinato.





El Carnicero de Milwaukee fue sentenciado a un mínimo de 900 años, pero murió en la cárcel en 1994 asesinado a golpes por un recluso. Tras la noticia, los padres de Dahmer se pelearon por la posesión de su cerebro llegando incluso a enfrentarse ante los tribunales. La madre deseaba vendérselo a un hospital de investigación mental, mientras que el padre sólo deseaba enterrarlo lejos de todo el mundo y de su memoria.

Musica



SLAYER 213

sábado, 19 de mayo de 2012

CAMPO ELIAS DELGADO "LA MASACRE DE POZZETTO"





Campo Elías Delgado (24 de junio de 1934 – 4 de diciembre de 1986) nació en Colombia y fue un veterano de la guerra de Vietnam adscrito al ejército de los Estados Unidos. El 4 de diciembre de 1986 se convirtió en spree killer (Un spree killer, también conocido como "asesino relámpago", es alguien que se dedica a cometer múltiples asesinatos en un corto período y en distintos lugares.) cuando asesinó a 32 personas e hirió a 15 más en el edificio donde vivía y en el restaurante Pozzetto de Bogotá. Estos crímenes, se conocen como la "Masacre de Pozzetto", Campo Elías ocupaba el récord de haber asesinado a 29 personas solo, hasta que se lo arrebató Cho Seung-hui, cabe destacar que, Campo Elías solo contaba con un revolver y un cuchillo, mientras Cho con dos pistolas semiautomáticas.

Nació el 24 de junio de 1934 en Chinácota, Colombia y estudió medicina. En 1970 fue reclutado durante la guerra de Vietnam en donde estuvo presente en dos oportunidades, la segunda de voluntario y fue ingeniero electrónico, parte de la Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, un Boina Verde y parte del cuerpo de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos con algunas distinciones.

Algunos de sus conocidos reportaron que después de su experiencia en la guerra se volvió antisocial y amargado. Un refugiado en las calles de New York, después de luchar con un ladrón regresó a Bogotá. Su sueño era convertirse en un gran escritor. Después de su regreso como héroe de la guerra de Vietnam, Delgado sobrevivía dando clases privadas de inglés y estaba desarrollando estudios superiores en la Universidad Javeriana de Bogotá, una de sus obsesiones era la doble personalidad de la mente, la cual se ejemplifica en su obra favorita El extraño caso del Dr. Jeckyl y Mr. Hyde, del escritor escoses Robert Louis Stevenson.

Era incapaz de desarrollar relaciones o amistades con otras personas y culpaba a su madre, con los años el resentimiento contra su madre creció. El clímax de este cuadro de soledad social culminó con la masacre del 4 de diciembre de 1986 y el asesinato de su propia madre horas antes.

El 3 de diciembre de 1986 acudio al banco para sacar todo su dinero ($49,896.93) con el cual compraria municiones para su pistola. Esa misma tarde, Campo Elías adquirió aproximadamente quinientos proyectiles para un revolver calibre .32 largo. Sus problemas personales, el rechazo que había sentido por parte de las mujeres, su distanciamiento con la madre y el resentimiento social, explotarían en una incontrolable ola de violencia. Esa noche, tras regresar al departamento donde vivía con su madre, Rita Elisa Morales de Delgado, inició una discusión con ella. Luego empezó a golpearla, tomó un cuchillo y le dio varias puñaladas, hasta que la mató.

Luego en el apartamento de una de sus estudiantes de inglés, de nombre Claudia, en donde ataco a la madre de ésta, Nora Becerra del Rincon, de quien intento abusar sexualmente, amordazandola y atandola en la sala de su casa donde la asesino de 4 puñaladas, despues entro a la habitacion de Claudia, donde platicaron sobre el libro Dr. Jeckyll y Mister Hyde, despues la ato a la cama y la amordazo, se monto sobre ella y la beso en la boca varias veces, para finalmente acuchillarla 22 veces.

El cadáver apuñalado de la adolescente Claudia Rincón Becerra


Delgado regresó a las 16:00 hrs al edificio de apartamentos donde residía con su madre a la cual ultimó. En su apartamento se llenó un maletín con municiones y cargó su arma. Luego envolvió el cuerpo de su madre muerta en gasolina y periódicos y le prendió fuego. Salió del apartamento y corrió por el edificio gritando “¡Fuego! ¡Fuego!”, llamando a los otros residentes para que abrieran y le dejaran llamar a los bomberos. Así asesinó a seis personas más (uno de ellos con el cuchillo que llevaba en el maletín).

Con el pretexto de llamar a los bomberos, hizo que le abrieran la puerta dos vecinas, que respondían a los nombres de Inés Gordi Galat y Nelsy Patricia Cortez, y vivían en el departamento 301; también las mató de un disparo en la cabeza. Fue entonces al departamento 302, donde vivía Gloria Isabel Agudelo León, mujer de cincuenta años con quien Campo Elías siempre tuvo problemas. Ella salió a averiguar lo que sucedía y esto le costó la vida a la pobre mujer.

Después de esto bajo al apartamento 101, donde Matilde Rocío González y Mercedes Gamboa le abrieron la puerta. Las chicas estaban estudiando, pero lo dejaron entrar para que llamara a los bomberos. También les disparó en la cabeza. En ese mismo lugar, Campo Elías hirió a otra estudiante, quien murió después, cuando era atendida en el hospital San José. Salió luego del edificio por última vez y se quedó diez minutos observando un cartel que hablaba sobre una obra de Federico García Lorca: Bodas de Sangre. Mientras estaba allí, se cruzó con él Blanca Agudelo de González, una vecina..

Otra vecina, Berta Gómez, vivía con las estudiantes asesinadas y logró salvarse porque saltó hacia el patio interior de apartamento al escuchar las detonaciones, saliendo rápidamente del edificio. Una vez afuera, detuvo a una patrulla de policía. Los agentes, al darse cuenta de que el cuarto piso se estaba incendiando, le dijeron que esa labor era para los bomberos y que ellos se encargarían de llamarlos pero, para variar, ninguna de las autoridades que tuvieron la oportunidad de reaccionar a tiempo lo hicieron.

Después de esto, Campo Elías se dirigió al departamento 201 de otro edificio. Clemencia de Castro le abrió la puerta; después de que le preguntara sobre su marido, Jesús Fernández Gómez, ella lo invito a entrar. Durante su visita, Clemencia y él estuvieron hablando. Lo notó nervioso, no se sentaba, se mantenía caminando de un lado para otro y repetía frases que ya había dicho. Clemencia le ofreció una Coca-Cola, la bebida favorita de Campo Elías. Hablaron del hijo de Clemencia, Andrés, a quien le había ido mal en el colegio. Campo Elías le pidió reiteradamente que no lo fuera a regañar, porque el chico se tenía que "arreglar".

Luego él mismo habló brevemente con Andrés y le dio unos consejos; Clemencia noto que Campo Elías estaba armado, pues declaró que "se le notaba el bulto debajo del saco". Le dijo a la mujer que se iba para un viaje, y que de la única familia que pensaba despedirse era de ellos; afirmó que se iría a China y que no volvería jamás. Hacia las 18:45 horas, se despidió lamentando que Jesús no hubiera estado en la visita. Les dijo que los quería mucho. Clemencia le preguntó si les iba a escribir y Campo Elías sólo le dijo que no se preocupara, porque iba a recibir noticias suyas muy pronto.

Delgado llegó al restaurante POZZETTO hacia las 19:30 (hora de Bogotá), ordenó una cena costosa, vino y un vodka con naranja. Una hora después comenzó a dispararle a los otros comensales. A las 21:00 horas, pidió la cuenta; le dejó una generosa propina al mesero y se fue al sanitario con su maletín. Regresó poco después con la pistola en la mano y el ejemplar de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde en el bolsillo. Seis disparos iniciaron la masacre. Campo Elías se acercaba a las mesas, apuntaba a las personas, les gritaba que se trataba de un asalto, las obligaba a ponerse boca abajo y les disparaba en la nuca. La niña Johana Cubillos Garzón presenció cómo el asesino mataba a su hermana; después se acercó a ella, pero no la mató. Una mujer logró llamar a la policía, que llegó diez minutos más tarde, cuando Delgado ya había asesinado a veintitrés personas, la mayoría mujeres. Su método era arrinconar a las víctimas, dispararles a quemarropa en la cabeza y continuar con la siguiente persona. Quince personas más resultaron heridas. Una niña de seis años murió en medio del tiroteo. Varios policías ingresan atropelladamente al establecimiento y comienzan a disparar en desorden, sin ningún objetivo determinado. Cuando hubo disparado contra todas las personas que había en su rango de visión, y según versiones de testigos, Campo Elías pronunció sus últimas palabras: “Mi nombre es Legión”. 





























Las victimas




Delgado se pone de pie e intenta abatir contra la policia. Entonces, Campo Elías Delgado, es abatido por la policía, ya que tuvo 6 disparos, 4 de estos impactaron en la cabeza y por la trayectoria de las balas se revela que fue la policía quien le disparó y que no se suicidó como mucha gente cree.

El cadáver de Campo Elías
























Una empleada lava la sangre de la parte exterior del restaurante


Mario Mendoza publicó Satanás, una novela basada en este caso, la cual alcanzó gran éxito de ventas y varios premios internacionales de literatura. esta novela fue llevada al cine por el director Andrés Baiz. Mendoza afirmó en una entrevista: “El psiquiatra colombiano Luis Carlos Restrepo fue el único que se fijó en un hecho curioso: el asesino había entrado en el restaurante con un libro en el bolsillo: El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, de Robert Louis Stevenson. Restrepo escribiría más tarde en una revista una frase que quedó grabada en mi memoria para siempre: ‘la clave de los crímenes está en ese libro’”.

Pelicula