Literatura

jueves, 25 de abril de 2013

Harold Shipman, El Doctor Muerte




“Yo puedo curar o puedo matar. Soy un médico y en mis manos está el poder de la vida y la muerte. No soy un instrumento de Dios; cuando estoy con un paciente, yo soy Dios. Soy un ser superior”  
(Harold Shipman)

Considerado el mayor asesino en serie de la historia del Reino Unido. Tenía una apariencia afable y era padre de cuatro hijos. Una investigación oficial determinó que sus víctimas pudieron ser hasta 215 personas.  El aspecto de Harold Shipman inspiraba confianza, pues era un médico de mediana edad, de pelo blanco, barba tupida, gafas de pasta oscura y mirada tranquila.


Shipman durante sus años de estudiante de Medicina 


En realidad, era un hombre frio y despiadado que empezó su carrera asesina matando a Eva Lyons antes incluso de ser condenado por el asunto de las recetas: en marzo de 1975. La asesinó en su consulta de Tordmoden. Posteriormente se trasladó a Hyde, donde eliminó a un buen número de pacientes en el centro médico hasta que abrió su propia consulta.

 Lo atraparon porque Angela Woodruff, hija de una de sus pacientes fallecidas, se dio cuenta de que el porcentaje de muertes entre los pacientes de Shipman era alarmantemente alto. Además, la mujer descubrió que Shipman había falsificado el testamento de su madre, Kathleen Grundy, de 81 años, ex alcaldesa de Hyde, con el fin de apropiarse de su fortuna, valorada en 600.000 euros. Conocía a la víctima desde hacía veinte años y habían trabajado juntos.

En marzo de 1998, una colaboradora del doctor, la doctora Lynda Reynolds, también empezó a sospechar de las numerosas muertes entre las pacientes femeninas del doctor. Todas eran mayores, vivían solas y habían muerto poco después de una visita a domicilio de Harold. Recurrió a un médico forense que informó a la policía pidiendo discreción. La autopsia de Grundy reveló que había muerto de una sobredosis de morfina. Cuando le interrogaron, Shipman esgrimió el historial médico de la paciente, donde aseguraba que podía estar consumiendo drogas. La policía logró demostrar que muchas de las anotaciones de ese historial habían sido realizadas el mismo día de la muerte de Grundy.
Shipman disimulaba las muertes de sus pacientes ancianas atribuyéndolas a causas naturales. Escribió en el historial médico de Grundy que era adicta a los tranquilizantes para cubrirse las espaldas, y que Maureen Ward, de 57 años, había muerto en febrero de 1998 de un tumor cerebral. El 80% de sus pacientes fallecieron sin que estuviera presente ningún familiar.



Mataba a sus pacientes con una inyección de una dosis mortal de morfina. Morían en 30 minutos y sin experimentar ningún dolor. Los psiquiatras que le trataron llegaron a la conclusión de que ese control sobre sus pacientes y sobre la vida y la muerte le excitaba.
También llegaron a la conclusión de que mataba a mujeres dinámicas que le recordaban a su madre, fallecida cuando él contaba con 17 años de edad, porque no podía soportar que ellas estuvieran vivas y su madre hubiera muerto.

En la web BBC News se publicó un reportaje titulado The secret world of Harold Shipman. Dentro de dicho reportaje se compilaron opiniones en torno a Harold Shipman, muchas veces expresadas bajo el anonimato ya que así lo quisieron, por motivos de profesión, los psiquiatras y expertos que se pronunciaron al respecto y, entre otras cosas, dijeron lo siguiente: 

“Él tiene un enorme mecanismo de defensa contra la incursión de la realidad”

“Probablemente ha encontrado una manera de disfrazarse a sí mismo lo que ha hecho”

“En su mente los asesinatos habrían estado fuera del marco moral normal, para que así no siéntese ningún remordimiento”

“Harold Shipman no tiene ninguna comprensión real de lo que ha hecho”

“La experiencia de matar era intensamente personal y privada para él, y él nunca va a renunciar a eso”

“El Dr. Shipman es un ejemplo bastante extremo de un fanático del control. Lo terrible es que mató a mucha gente, no por placer, sino para sentirse más normal”

“Hay una gran cantidad de ira reprimida en los asesinatos. Él tiene dificultad para lidiar con las emociones, y los asesinatos parecen haber sido una solución a algo que amenazaba su sentido de dominio sobre sí mismo”

El 31 de enero de 2000 fue condenado a 15 cadenas perpetuas por matar a otras tantas pacientes. En realidad, se sospechaba que podía haber matado a 260 personas, la mayoría de ellas mujeres. Se suicidó en 2004 sin haber revelado nada de sus motivos ni mostrar síntomas de arrepentimiento. Su esposa siempre defendió que era inocente.

La muerte de Shipman fue recibida con alegría por periodistas británicos que alentaron a otros asesinos a seguir el ejemplo de Shipman o incluso, en el caso del periódico The Sun, expresaron su júbilo con el burlón e ingenioso titular de “¡Ship, Ship, Hurra!”. Pero la alegría no apareció en todos los rostros en que se esperó que apareciese pues, con la muerte de Shipman, murió también la posibilidad de que éste explicase el porqué de sus asesinatos. Dijo al respecto David Blunkett: “Si usted despierta y recibe una llamada diciéndole que Shipman se ha suicidado, usted piensa ¿será demasiado temprano para abrir una botella? y entonces descubre que muchos están lamentados de este hecho”

Por último y para acentuar aún más el misterio de su muerte, una fuente de la prisión dijo que, la noche antes del suicidio, Shipman había hablado por teléfono con su esposa sin mostrar depresión alguna o planes de suicidio: “no exhibió ningún comportamiento típico de los momentos previos al suicidio”, dijo el portavoz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario