Literatura

viernes, 7 de septiembre de 2012

Hipocresía y Búsqueda


Largo camino se recorre para llegar a la misantropía y el hartarse de la hipocresía es una de tantas razones.

El misántropo, este guerrero sin espada ni armadura, equipado solo con un débil escudo camina por la ciudad, a veces junto a su madre, a veces junto a su padre, a veces junto a un amigo, o solo junto a el mismo. Mira las caras del resto: Gente ocupada, vagando en sus vidas vacías, comprando objetos para llenar ese agujero que tienen en el alma, mientras siguen modas para ser aceptados por otros iguales que ellos. ¿Por qué necesitan de otros para vivir? es una necesidad humana dicen, pero nadie sabe el verdadero por qué, solo buscan algo real, algo que no les haga pensar en sus desdichadas vidas, soñando con mundos que no existen, soñando con príncipes, princesas, salvadores y profetas que jamás llegarán, pero están tan ensimismados en aquellas ilusiones que al menor comentario que les destruya su castillo de arena reaccionan como lo que son: Viles animales incivilizados.

Mientras todo esto pasa aún el misántropo pasea por la calle, dirigiéndose a un lugar que ni el mismo sabe donde queda, el cual le haga olvidar a esos demonios dentro de su cabeza, el cual le haga olvidar los nombres de los amores que ha perdido, de los amigos que lo han traicionado, de los errores que ha cometido, y, por sobre todas las cosas, una mujer que le haga llenar el eterno vacío, cosa contradictoria, ya que siendo un antisocial y un huraño aún desea por lo menos a alguien que comprenda el por qué de su personalidad y de su desprecio por los hombres, alguien que le pueda entregar lo que el mundo nunca le entregó. 

Este guerrero sigue y sigue caminando por la mañana, a veces por la tarde, a veces solo se queda en su habitación pensando en cambiar, o en volver a ser como era, ese ser lleno de sarcasmo para combatir esa hipocresía del mundo, donde todos le dicen hola y en el fondo desean verlo bajo tierra, y en su cerebro siguen apareciendo las mismas escenas que lo hacen sentir miserable, mientras su escudo se rompe, y muchas veces logra tocarlo el resto hasta que el escudo necesita ser creado de nuevo, una y otra vez. Y sigue caminando, pasando a través de esos rostros mentirosos e hipócritas, esos desentendidos de su desolación, mezclándose con ellos para pasar desapercibido y ver si es que por lo menos una sencilla persona entienda lo que pasa solo con que lo miren.

Se hace tarde y es hora de que el diga adiós a todos esas caras con máscaras, se quede en su cama y siga paseándose a través del Internet para seguir viendo lo mismo que ve afuera, pero de una manera peor, hasta que después de horas y horas de tratar de buscar un sentido a todo, cierra sus ojos esperando por lo menos en sueños tener lo que quiere, y por lo menos en el mundo irreal encontrar la comprensión que tanto necesita al igual que los que odia y desea ver muertos cada día.


Alexis Eduardo P.


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